Soñar que alguien muere… y seguir soñando 💤
—un post visual entre pesadillas, cumpleaños y perros meones
¿Alguna vez has tenido un sueño que ha sido tan impactante que quieres seguir soñando para saber qué pasa después de que te despiertas?
Anoche soñé que tres personas que quiero muchísimo eran asesinadas. Sí, así de directo. No fue una de esas escenas caóticas que se disuelven en cuanto despiertas: fue una historia completa, con narración, emociones y ese tipo de montaje emocional al tipo Black Mirror en su mejor temporada.
Y lo raro es esto: me desperté a las 2:00 a.m. porque los perros querían salir a hacer pipí (sí, mis guardianes del Mictlán también orinan en la madrugada). Fui, abrí, regresé… y ¡pum! me reconecté con el mismo sueño. Como si Netflix me hubiera dejado en pausa justo antes del clímax.
Pero esta vez no era el mismo sueño. Era la continuación. Ya sabía que esas tres personas estaban muertas, pero el sueño me dejaba recorrer sus historias, sentir mi duelo, reconstruir escenas como si el sueño fuera archivo visual emocional. Y dolía. Dolía real y mucho, como cuando murió una prima a la que adoré.
No sé si fue por mi cumpleaños reciente (ya sabemos que esas fechas activan todos los demonios del archivo personal) o si es que una parte de mí —la que está en proceso de cambio— necesitaba “morir” simbólicamente para que otra pudiera respirar. Pero algo se está moviendo. O mejor dicho: algo se está editando.
🎬 El sueño como montaje emocional
En la preparatoria me metí con el tema de los sueños y cómo los interpretaba Freud, hasta mi libreta de sueños tenía a un costado de mi cama. Los sueños, decía Freud, son la vía regia al inconsciente, pero en la actualidad podría denominarlos como el storyboard del yo. Nos sueñan más de lo que los soñamos, o sea, no son totalmente nuestros, al menos no en el sentido de tener control consciente sobre ellos. Y cuando logramos continuar un sueño, como si tuviera segunda temporada, estamos haciendo algo más que dormir: estamos editando memoria, deseo, pérdida y futuro en tiempo onírico (Ah! Esta frase me quedó padre).
Ahora trataré de unir lo anterior con los estudios visuales, porque no quiero que se me olvide que de esto trata este blog. Pensar el sueño también puede ser imaginarlo como un lenguaje audiovisual involuntario (sobre todo para los clavados con el cine). ¿Acaso no tiene encuadres? ¿No hay cortes, fundidos, planos detalle, sobreimpresiones? ¿No hay, como decía Deleuze, imagen-tiempo? El sueño nos habla como el cine… solo que sin el permiso de la razón y sin las palomitas.
🖼️ Soñar en loop
Lo que me pasó —volver a un sueño como si le hubiera dado “play” otra vez— me recordó a un viaje de Ayahuasca que tuve hace como unos 13 años y que fue terrorífico, pero también a una obra de Bill Viola, The Passing (1991). Es un video en blanco y negro donde el artista mezcla el nacimiento de su hijo con la muerte de su madre. Una especie de loop existencial entre vida, agua, umbral y sombra. Todo lento, casi hipnótico, como si el tiempo se hubiera olvidado de avanzar. (Dura como 50 minutos, pero si tienen chance de verlo aquí se los dejo, vale la pena).
Algo así se sintió mi sueño: no un evento, sino una zona de tránsito emocional. Donde ya nada es lineal, pero todo duele de manera muy concreta.
No creo que sea casualidad que esto me haya pasado justo después de mi cumpleaños. Porque, seamos honestos, el cumpleaños no siempre es celebración: a veces es checkpoint existencial (Justo así fue este). Una especie de señal que te dice qué parte de ti se está apagando, cuál sigue vigente y cuál está simplemente ahí, esperando a ver si la editas o la borras.
¿Será que el sueño fue mi manera de decirme: “oye, algo en ti está cerrando ciclo”? ¿Será que el subconsciente es más honesto que el texto que trato de escribir?
Hoy ando lento, no traigo respuestas (aunque casi nunca las tengo). Solo preguntas, loops y una extraña paz que aparece después de haber llorado tanto cuando dormía. Pero sí creo esto: los sueños también son imágenes que hablan. Y a veces gritan lo que de día callamos.
¿Tú también has soñado con pérdidas que se sienten más reales que la vida misma? ¿Has vuelto a un sueño como si tu mente tuviera opción de "reanudar"?
Déjame leerte en los comentarios. Porque si algo nos salva de los miedos… es contarlos bien.
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Esto apenas empieza.
¡He disfrutado mucho este texto! Me ha intrigado la relación entre los sueños y el cine, porque también lo he notado. La experiencia onírica del tiempo se parece mucho a cómo se puede percibir en una película.